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domingo, 6 de junio de 2010



ENHEDUANNA DE AKKAD

Uno de los escritores más antiguos, cuyo nombre ha podido llegar hasta nosotros, fue una mujer. Enheduanna nació cerca del 2300 a.C, y su padre fue el poderoso Sargón de Akkad, quien unificó las distintas ciudades-estado sumerias en un único estado.

Enheduanna fue educada en la corte, con esmero, siendo nombrada Suma Sacerdotisa del Dios de la Luna, Nanna, y de la Diosa Inanna, cuyo Descenso a los Infiernos es el tema principal del Himno que le dedicó, y que nos ha llegado a nosotros, 4.300 años más tarde.

Es considerada la primera escritora de la Historia, así como la primera música, ya que nos han llegado sus himnos escritos, no obviamente con las notas musicales de hoy día pero sí con un ritmo y melodía que hace recordar la música de autores posteriores. su música la dejó escrita en tablas de terracota.

A través de sus escritos podemos vislumbrar su personalidad; en ellos se convierte también en la primera cronista, narrando el derrocamiento de su padre por parte de Lugalzagesi, “ensi” (o “señor”, gobernador) de la ciudad de Umma, el destierro de la familia real, incluida ella misma, despojada de su cargo; al poco tiempo Sargón logró recuperar el trono, castigando duramente al usurpador. Enheduanna presenció otros acontecimientos no menos terribles, como el asesinato de su hermano y su tío, Rimush y Manishtusu, respectivamente, sucesores de su padre en el trono; así como un terremoto que sepultó el reino, al comienzo del reinado de su primo, Naram-Sin (hijo de Manishtusu y el segundo gran rey de la dinastía de Akkad).
Es poco lo que se sabe de ella, gracias a la recuperación de algunos pocos restos cerámicos en Ur -entre otros, un disco de arcilla en donde aparece en una procesión -marco probable en el que se recitara el Himno de Inanna-; y sobre todo, contamos con tablillas con sus himnos y poemas, en versiones sumerias y akadias, a través de los cuales podemos vislumbrar una mujer con una personalidad fuerte, decidida, capaz de encarnar los distintos aspectos de Inanna como Diosa Madre y Dadora de Vida, benévola Diosa del Amor, pero también terrible y fiera Diosa Guerrera, capaz de enfrentarse a las potencias infernales para restablecer el Orden tras la aparente victoria del caos.

Enheduanna tuvo que ser además de culta, valiente; educada con refinamiento, y posiblemente iniciada en los Misterios, en las Escuelas Sacerdotales que existían entorno a los Zigurats, las Torres de Babel (Bab-Ili, Puerta de los Dioses). Estas pirámides escalonadas, tan parecidas a las pirámides precolombinas de Centroamérica, servían de escalera hacia el cielo, de puente entre la Tierra (KI) y el Cielo (AN): cuando en la Lista Real Sumeria subrayan “y la realeza descendió del Cielo” no hacen sino reflejar de forma simbólica un hecho que aparece en los mitos de todo el mundo: la Edad Heroica, cuando los Semidioses, de la estirpe de Zeus gobernaban en la Tierra, en la mitología china, cuando el mítico Primer Emperador desciende sobre un Dragón; recuerdos, en forma de mitos, de acontecimientos que, (según la Doctrina Secreta, tuvieron lugar en la transición de la Tercera a la Cuarta Raza,) cuando tuvieron que “descender del Cielo” los llamados en la India Manasaputras, portadores del Manas o Chispa Mental, la antorcha de Prometeo; los Pitris, Padres de la Humanidad, fundando las Escuelas de Misterios, para despertar y formar a los primeros Sabios y Reyes. Esas Escuelas de Misterios perduraron en el Egipto histórico, en los Colegios Sacerdotales mesopotámicos, en los Mags iranios...¿?

Cuando Enheduanna escribe el Himno a Inanna no sólo ejerce de poetisa, cuando compone este poema para ser cantado en el ritual correspondiente, es consciente del efecto de la repetición de palabras, determinados sonidos, asociados a notas musicales, perfumes, colores, símbolos, estatuas, elementos, en suma, “cargados” de determinadas energías, estos himnos, palabras sagradas, cantadas o recitadas como mantrams servirían para despertar esas “energías”, esos devas, y estos himnos, hieros logoi, se convertirían en puentes para elevar el Alma hasta ponerla en contacto con lo Superior.

1 comentarios:

Pepesapo dijo...

Varias incorrecciones:

- Enheduanna no fue jamás sacerdotisa de Inanna. Era devota de esa diosa, pero nada de Entu de Inanna. Por otra parte, esto hubiera sido imposible, pues en sumeria las ENTU lo eran en cultos masculinos. En los cultos femeninos se ponía al frente un EN. Así, por ejemplo, en el gran templo de Inanna en Uruk, estaba al frente un EN que solía ser el hijo del gobernador.

- Sargón de Acad nunca fue derrovcado por nadie. Al contrario. Fue él mismo el que derrocó al rey de Kish y se puso en su lugar. Ganó más de 34 batallas y NUNCA fue derrotado.

- Lo que Enheduanna cuenta en uno de sus poemas es su propia expulsión de la ciudad de UR, cuando el gobernador de la misma, se rebeló contra su sobrino (y nieto de Sargón) Naram-SIn. Nueve años más tarde, Naram-Sin acabó con la rebelión y ella volvió a su cargo en el templo de UR.

- Naram-Sin no era su primo, sino su sobrino. Y fue el tercer rey de la dinastía acadia.

- El disco de piedra donde aparece retratada Enheduanna no es de arcilla, sino de alabastro.

- La diosa Inanna no era una diosa madre. Ni de coña. Ni de lejos. Era más bien la jovencita rebelde del panteón. Ese papel corresponde a Nihursag. Era de todo menos una diosa madre. De hecho, ni siquiera tenemos noticias de que llegara a tener hijos. Era diosa del sexo y de la guerra. Aunque en algún momento se la llegó a atribuir puntualmente un carácter de fertilidad (como en la ciudad de Lagash) eso fue circunstancial, ya que siempre ejerció como diosa del sexo y protectora de las prostitutas. De hecho, una de sus acepciones era la de "puta celestial".

- En la época de Enheduanna no existían zigurats. El primer zigurat de la historia fue el que construyó el rey Ur-Nammu en la ciudad de Ur, 120 años después de morir Enheduanna, una vez desaparecida la dinastía acadia. En la época de Enheduanna existían lo que se conoce como "templos de plataforma".

8 de agosto de 2012, 13:27

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